La historia del Atahualpa, uno de los 40 cañones del Museo.

Si les prestamos atención, las armas, los uniformes, la comida y hasta los rumores que rodean a los conflictos bélicos nos pueden decir mucho sobre las personas que participaron en ellos y las ideas que tenían. En el siglo XIX, por ejemplo, era muy habitual ponerle nombre a los cañones antes de llevarlos a la batalla.

Uno de los cañones del Museo lleva por nombre el Atahualpa. Junto con otros cañones, como el gobernador y el fulminante, fue usado en las guerras de la Independencia. Están hechos de bronce, fueron fundidos en Buenos Aires entre 1815 y 1816, y son “de avancarga” porque la munición y la pólvora se les cargaban por delante. Que estos cañones sean de fundición local es un indicio de la imperiosa necesidad de contar con estas armas para llevar adelante la guerra acorde a las nuevas técnicas. Estas armas, que podían disparar grandes proyectiles a largas distancias, tenían allí un rol protagónico.

Los ejércitos, que por entonces estaban compuestos principalmente por esclavos y hombres sin trabajos formales reclutados de forma forzosa, debían transportar estos pesados cañones consigo. Una vez en la batalla era muy importante cuidarlos porque como fundir cañones era difícil y costoso era muy habitual que el enemigo intentara hacerse de ellos. Los cañones eran armas muy preciadas que tenían un lugar importante en el día a día de la guerra. Quizás precisamente por ello se les pusiera nombre. ¿Qué nos dicen sus nombres sobre las personas que los llevaron a la guerra? ¿y sobre su tiempo?

Hacia 1815, las ideas independentistas eran dominantes en sudamérica. Fueron enunciadas, por ejemplo, por Simón Bolívar en la “Carta de Jamaica de 1815, en la que reivindicó a los “reyes americanos” Moctezuma y Atahualpa. En estas tierras, Manuel Belgrano y José de San Martín defendían la conformación de un gobierno monárquico en el que un descendiente inca se convirtiera en rey. Esta propuesta tomaba al pasado indígena como antecedente de los revolucionarios aunque la dirigencia era descendiente de españoles. Los revolucionarios hacían explícitamente una apelación al pasado prehispánico para lograr el apoyo de los indígenas. Algo sumamente necesario para llevar adelante las guerras independentistas. Como parte de esas reivindicaciones, al cañón que hoy está en el Museo se lo nombró como al último soberano inca: el Atahualpa.

El nombre de este cañones nos deja entrever algunos de los valores y valoraciones culturales que movilizaron a los combatientes de las guerras de la independencia. También nos dan indicios de las disputas de su tiempo, y nos hablan de los lazos políticos y sociales que se construían a partir de las guerras. En el patio del Museo Histórico Nacional hay más de cuarenta cañones. Algunos eran españoles, otros estuvieron emplazados en la Isla Martín García y muchos otros participaron de las guerras de independencia. Emplazados ahí hace años, hoy nos invitan a hacernos nuevas preguntas sobre el pasado. 

Cuándo

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  • Jueves | Abierto de 11:00 a 19:00
  • Viernes | Abierto de 11:00 a 19:00
  • Sábado | Abierto de 11:00 a 19:00
  • Domingo | Abierto de 11:00 a 19:00

Dónde

Museo Histórico Nacional

Defensa 1600 Ciudad Autónoma de Buenos Aires