Pasar al contenido principal
Museo Histórico Nacional

La revolución y la economía

Conoce más de la exhibición Tiempo de Revolución, que propone una nueva mirada para entender una etapa fundacional de la historia argentina y americana, atendiendo a diversos temas, espacios y personajes.

Convoy de mulas con cargas de vino, acuarela de Emeric Essex Vidal, 1818.

El comercio libre

Fue iniciado por el virrey Cisneros en 1809 y luego afianzado por los revolucionarios, rompiendo el monopolio español. Pero el poder económico de los británicos hizo que rápidamente se quedaran con el manejo de las rutas marítimas transatlánticas, desplazando a los comerciantes rioplatenses. La ropa de algodón y distintos productos manufacturados inundaron los mercados de Buenos Aires y del Litoral, lo que provocó la queja de los artesanos porteños. En las provincias “interiores”, el alto costo de los fletes por los malos caminos dio un poco más de protección a los productos locales.

El desastre de la guerra 

En Salta, en Jujuy y en el Litoral, zonas de choques militares frecuentes entre 1810 y 1824, la riqueza material fue seriamente dañada. Las fuerzas militares que pasaban podían confiscar o saquear las cosechas y el ganado, o hacer que los productores lo liquidaran de modo urgente para evitar perderlo. Se mataron más vacas de las que se podía por año, y así no se pudo renovar el stock ganadero, que se desmoronó en varias provincias.

La pérdida de Potosí

Los conflictos militares y políticos rompieron los vínculos comerciales habituales entre los territorios rioplatenses con el Paraguay y con Chile. Pero sobre todo fue el quiebre de la relación con Potosí el que generó una gran crisis económica. Desde 1815 la ciudad minera quedó firmemente en poder realista y con su producción muy disminuida. El Río de la Plata perdió su principal producto de exportación, ya que durante todo el período virreinal la plata altoperuana constituyó más del 80% de lo que salía por el puerto de Buenos Aires. Pero también entró en crisis toda la producción de las provincias destinada a proveer a esa ciudad minera, que como estaba ubicada a casi 4000 metros de altura la obligaba a abastecerse en otros lugares de ropa, herramientas, productos agrícolas y ganaderos. Provincias productoras de mulas, como Córdoba, sufrieron muchísimo el impacto del cambio.

La financiación de los ejércitos

El fin de los impuestos coloniales dejó en las aduanas, fundamentalmente en la porteña, el eje de la economía, ya que solamente el comercio generaba ingresos fiscales de importancia. Pero los gastos bélicos eran mayores a esas entradas y los gobiernos tuvieron que pedir prestado. Como no tenían crédito externo, recurrieron a empréstitos forzosos: los propietarios estaban obligados a prestarle al Estado y recibían bonos a cambio.

Cuero y carne salada

Sin el vínculo potosino, Buenos Aires y las provincias del Litoral contaban con más ventajas que el resto para adecuarse a la nueva realidad, a partir de la exportación de cueros y sebo a Europa. Sin embargo, la guerra arruinó los stocks ganaderos de la Liga de los Pueblos Libres. Por el contrario, Buenos Aires sufrió guerra en su territorio y aunque su producción ganadera colonial era muy inferior a la entrerriana o la oriental, ahora empezó lentamente una reconversión. Los comerciantes que fueron desplazados por los británicos comenzaron a invertir en vacas y a impulsar lentamente que se ampliase la frontera hacia el sur, sobre territorio indígena (todavía el río Salado era el límite sur de la provincia). A la exportación de cueros se le sumó un producto derivado: la carne salada. Buenos Aires inició un despegue económico.