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Museo Histórico Nacional

Escrituras del pasado, objetos de la colección

Entre el siglo VI y mediados del siglo XIX las plumas fueron el principal instrumento de escritura. Además de las pluma, para escribir era necesario poseer tintas, tintero y conocer las técnicas de escritura manuscrita.

Conseguir plumas que fueran ideales para escribir no era una tarea sencilla. Las plumas eran objetos únicos y preciados. Las más comunes eran de ganso, las más lujosas de cisne y, cuando era necesario hacer líneas finas, las de cuervo eran las más adecuadas. Las que se preferían eran las cinco plumas de la punta del ala del ave. Para quienes escribían con la mano derecha, además, eran más convenientes las plumas del ala izquierda de las aves. La curvatura natural de la pluma hacía que su extremo se alejara de la cabeza la persona que escribía. En una sociedad mayormente analfabeta poseer una pluma de calidad y usarla con maestría era un motivo de reconocimiento y marca del status social.

Para poder escribir con plumas el primer paso era cortar su punta en diagonal para formar la extremidad con la que escribir. Este corte, al mismo tiempo, dejaba a la vista la estructura tubular hueca - el cálamo- que las plumas tienen en el centro. En los tinteros se colocaba la tinta y se introducía la punta de la pluma (el cálamo), cuyos pequeños filamentos interiores se “cargaban” por un proceso denominado capilaridad. Luego, a medida que se ejercía presión contra al escribir, la tinta se iba descargando poco a poco sobre el pergamino o el papel.

 

Como ocurre con la mayoría de los objetos, hubo tinteros de distintas calidades, características y materiales. Algunos eran muy lujosos y pesados, ya que se diseñaban para contener las tintas y, al mismo tiempo, lucirse sobre escritorios. Éstos muchas veces llevaban tapa para que la tinta pudiera permanecer algún tiempo sin secarse.

Otros eran muy austeros y estaban pensados para ser livianos y transportarse sin complicaciones. Esos tinteros transportables en general no tenían tapa porque era más cómodo cargar poca tinta cada vez que se escribía y luego transportarlos vacíos.

Los tinteros generalmente tenían sólo un recipiente para tinta negra. Sin embargo, algunos tinteros podían tener varios recipientes que se usaban para tintas de distintos colores. Aunque se podían usar para dibujar, los colores en general se usaban para facilitar la lectura y memorización de los escritos. Estas técnicas se habían desarrollado sobre todo durante la Edad Media Europea. En esos tiempos, algunos autores comenzaron a colorear las primeras letras de algunas oraciones para mejorar su memorización y localización.

La escritura requería conocimientos técnicos acerca de cómo usar las plumas, tintas y tinteros. También muchas horas de práctica. Por eso la enseñanza de la escritura manuscrita era uno de los ejes principales de la educación. Esta es una cartilla u hoja de papel que se usó, durante el siglo XVII, como material de enseñanza de escritura. Por su contenido puede pensarse que se trata o bien de un modelo realizado por el profesor para sus estudiantes o bien de un dictado o ejercicio realizado por algún alumno y entregado para corregir.