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Museo Histórico Nacional

DETALLES PARA VER XVIII

Tres cuartos de cuerpo. Óleo sobre tela. Autor: Rafael Domingo del Villar. (Medida: 730 x 980 mm). Ejecutado en el Museo Histórico Nacional.

“Cuando los musulmanes se expandieron por el Mediterráneo, Malta se encontró en el centro del escenario de los conflictos navales con los cristianos. Sufrió despoblación, cambió de manos en varias ocasiones, y su historia tomó un rumbo inesperado cuando se escogió como sede de la Orden de San Juan de Jerusalén, que había sido expulsada por los musulmanes de sus cuarteles en Jerusalén y en la isla de Rodas, recalando en Malta en 1530. Fue el emperador Carlos I quién cedió el archipiélago a los Caballeros Hospitalarios, a cambio del precio simbólico de un halcón cada año – el famoso halcón maltés-. Con su llegada, la isla se cubre de arquitectura renacentista y nace una ciudad nueva sobre la península que separa los dos puertos naturales de Malta: los de Marsamxett y el Gran Puerto, para muchos el mejor de Europa. Esa ciudad, La Valetta, es un modelo de urbe renacentista, tanto en sus elementos militares, bastiones, revellines y murallas, como en el trazado de sus calles en cuadrícula. Se construyó de una vez y se ha mantenido desde entonces casi intacta, llegando hasta nuestros días enriquecida por numerosas obras barrocas. Fue diseñada por el arquitecto italiano Francesco Laparelli en colaboración con Jean de la Vallette, el gran maestre francés de la Orden al que se debe su nombre la ciudad. Se comenzó en 1566, y en 1571 ya la ocupaban los caballeros. A partir de 1570 fue el arquitecto maltés Girolamo de Cassar quien realizó los palacios e iglesias que adornan el denso recinto urbano en el que se acumulan 320 monumentos. En La Valetta destacan los edificios levantados para cada una de las lenguas de la Orden de San Juan, muchos de ellos ocupados hoy por instituciones como el Museo Arqueológico Nacional y el Parlamento, en el Palacio del Gran Maestre.”
FUENTE: DOMINGUEZ UCETA, Enrique; “Malta Receta Mediterránea” en “Descubrir el Arte”, Año XII, Nª 141, Noviembre 2010, p 80. “Más tarde, concluidos los duros avatares de la guerra de los siete años, en 1765 continuando una arraigada tradición familiar inició su formación en la Escuela Militar de la Orden de Malta, dirigida por entonces por el Gran Maestre Manuel Pinto de Fonseca, donde permaneció tres años. La Orden, que tenía fuerzas de mar y tierra libró, en el período en que completaba su instrucción el joven Liniers, alguna acción contra la piratería en la que intervino el joven. Al respecto, uno de sus biógrafos escribe “El muchacho fue herido en un comienzo entre los primeros que intentaron un asalto en un arsenal, descubierto al fuego enemigo. Se portó entonces como bueno, ganándose la estimación de sus compañeros y quizá algo de la del Gran Maestre, pues tenía este informantes secretos en todos los grupos. Mientras se reponía del daño leve, pudo gozar a sus anchas del panorama isleño desde los acantilados costeros. El mar sereno era la constante atracción. Sentábase en una avanzada de la roca que semejaba la proa de un velero. Allí, atisbaba el horizonte azul brillante, mientras el murmullo regular de las olas excitaba la imaginación.” (*) Concluida su formación volvió a la patria con las credenciales de la Orden y la emblemática cruz.
(*) Exequiel César ORTEGA, "Liniers. Una vida frente a la Gloria y a la Adversidad". Buenos Aires, Editorial Claridad, Biblioteca de Grandes Biografías, Primera edición Julio de 1944, pág. 30.