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Museo Histórico Nacional

Símbolos - Recorrido autónomo Tiempo de Revolución

Recorrido guiado autónomo por los símbolos exhibidos en la muestra Tiempo de Revolución



La guerra por la independencia transformó la realidad política, económica y social de quienes habitaban el ex Virreinato del Río de la Plata. Pero esta lucha no sólo se libró en los campos de batalla sino también en el plano cultural, a partir de la construcción de nuevos símbolos identitarios capaces de interpelar a sectores sociales con orígenes étnicos, socioeconómicos y de género diferentes. Aún en condiciones jurídicas desiguales, a partir del 9 de julio de 1816 todos pasarían a integrar formalmente un nuevo espacio político en construcción: las Provincias Unidas en Sud América. 

¿Cómo se fundó esta nueva identidad? ¿Cuáles fueron sus bases? A partir de este breve recorrido, el Museo Histórico Nacional invita a detenerse en aquellos objetos que materializaron los ideales, luchas, tensiones y contradicciones de una época en que estaba todo por hacerse: un Tiempo de Revolución.       



"Libertad, Igualdad, Fraternidad" 

Los ideales de la Revolución Francesa inspiraron la construcción de un nuevo orden social en Occidente y el surgimiento de un nuevo actor político: el ciudadano. Sin embargo, el devenir de sus contradicciones internas llevaron a la consagración de Napoleón Bonaparte como fundador de un nuevo imperio y, con él, a una transformación de la geopolítica europea. La noticia de su avance militar sobre España en 1808 y la posterior imposición de su hermano como nuevo rey rápidamente impactaron en los territorios americanos, donde la simbología francesa se usó tanto como alegoría de los valores republicanos como de la dominación imperialista.


Retrato alegórico de Fernando VII. Litografía, autor desconocido, 1808

Por su fuerza, velocidad y precisión el águila fue una referencia a la actividad militar desde la Antigüedad. La república romana la adoptó como el estandarte principal de sus legiones en el siglo I antes de Cristo. Con el imperio, el aquila romana se expandió por Europa como el principal símbolo del dominio imperial. En el Medioevo, Carlomagno utilizó este animal como distintivo del imperio que fundó y Napoleón lo recuperó al convertirse él mismo en emperador en 1804. 

En esta litografía un león hispano muerde a un águila napoleónica que está sobre una mujer con un gorro de la libertad encadenado, símbolo de la Francia republicana. Las autoridades francesas ordenaron secuestrar estas imágenes para evitar su circulación.

Retrato alegórico de Fernando VII. Ampliación de una litografía de la colección del museo, autor desconocido, 1808

En esta imagen, un león español muerde a un águila francesa que escupe soldados a una hoguera que aviva un hombre con traje de “majo”, vestimenta popular contraria al estilo francés. Los napoleónicos eran considerados enemigos de la religión por las medidas de la Revolución Francesa contra la Iglesia trazando un paralelismo entre Fernando VII y Fernando el Católico, prestigioso fundador junto a su esposa Isabel de la monarquía española a finales del siglo XV.

 

Medalla entregada a José de San Martín por la batalla de Bailén

Luego de concluir su formación militar en España, San Martín formó parte del ejército real y participó en más de 30 batallas al servicio de la Corona. Una de las más importantes fue la batalla de Bailén, que tuvo lugar el 19 de julio de 1808 contra el ejército napoleónico. El triunfo español permitió recuperar (de manera temporaria) el control sobre Madrid, a la vez que significó la primera derrota en campo abierto del ejército imperial francés. Como reconocimiento, San Martín fue ascendido al grado de teniente coronel por la Junta Suprema de Sevilla y recibió esta “Medalla de Oro de los Héroes de Bailén”, en la que la corona de laurel y los sables en cruz se imponen sobre un águila invertida, simbolizando la derrota del imperio napoleónico.

Medalla de la Legión de Honor napoleónica de Federico Brandsen

Brandsen era un destacado militar francés que fue condecorado por Napoleón en 1813 con esta medalla. Si bien la Revolución Francesa había abolido en 1791 las órdenes de caballería propias de la nobleza y las condecoraciones asociadas por considerarlas símbolos de la desigualdad reinante en el Antiguo Régimen, Napoleón creó en 1802 una orden “meritoria” con el objetivo de conformar una nueva elite, que tuviera base en la carrera al servicio de la patria. La llamó Legión de Honor y, a partir de su autocoronación como emperador en 1804, creó una insignia específica para sus integrantes. 

La Cruz de Caballero de la Legión de Honor tiene forma de estrella de cinco puntas redondeadas para no estropear uniformes, con un retrato de perfil de Napoleón al frente. Y, en el reverso, un águila imperial que representa tanto a la nación francesa como a Napoleón mismo, con la leyenda "Honneur Et Patrie" (Honor y Patria).

Al igual que muchos generales napoleónicos, tras la derrota del Imperio francés, Brandsen se trasladó al Río de la Plata y se incorporó al ejército de San Martín en 1817. 


Escudo de la Asamblea del Año XIII. Pintura al óleo sobre chapa de cobre

La célebre Asamblea del Año XIII no logró cumplir con sus objetivos de declarar la independencia y sancionar una constitución. Sin embargo, promulgó leyes progresistas como la abolición de los títulos de nobleza y la libertad de vientres, inspiradas en los ideales de la Revolución Francesa. También creó los símbolos que darían identidad a un nuevo orden político: las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Su diseño es similar al distintivo de un grupo político de la Revolución Francesa: presenta dos manos que sostienen un gorro de la libertad sobre una lanza o pica, símbolo de la unión de las provincias y su determinación de defensa. El gorro es también una declaración de republicanismo, pero el modelo del sol se hizo al estilo americano. Este nuevo escudo revolucionario se pintó tapando el del rey Carlos III, representando una nueva identificación política. Con una fotografía infrarroja se puede ver el diseño previo debajo. 

“¡Viva el rey, muera el mal gobierno!”

El avance napoleónico y la llamada “Farsa de Bayona” movilizaron a los sectores criollos en torno a una lealtad e identificación política con la corona española. Los retratos del rey preso se multiplicaron con las nuevas técnicas de impresión y se combinaron con alegorías de lucha contra la falta de legitimidad de cualquier otra autoridad, tanto francesa como española. Fernando VII se transformó en “El Deseado”, y su vuelta al trono en la promesa de cambio y renovación que los territorios americanos reclamaban. 

Retrato rioplatense de Fernando VII. Grabado por Juan de Dios Rivera, 1808

Los reyes españoles se hicieron presentes en las colonias a través de sus retratos, ya que ninguno viajó a América. La técnica del grabado habilitó que su imagen se volviera próxima y portable. Este retrato de Fernando VII se hizo en Buenos Aires para la celebración de su ascenso al trono, el 21 de agosto de 1808. El autor de la obra fue Juan de Dios de Rivera, descendiente de la nobleza indígena del Perú, quien más tarde diseñaría algunos símbolos de la revolución rioplatense como el escudo de la Asamblea del Año XIII.

Retrato del rey Fernando VII. Grabado en cobre, impreso coloreado a mano. Anónimo

La banda celeste y blanca que cruza el pecho de Fernando VII era un símbolo de la Orden de Carlos III, creada por este rey en 1771 para premiar a las personas que se destacaban en el servicio a la corona. La Orden tomó estos colores del manto de su patrona, la Inmaculada Concepción de María, que luego inspiraron el diseño de la bandera creada por Belgrano. En este mismo museo se puede ver la “bandera de Macha”, utilizada en su campaña al Alto Perú, que es la más antigua que se conserva. En la actualidad, quienes son presidentes en Argentina usan una banda similar.

Petitorio Popular. Papel verjurado sellado y manuscrito. Se exhibe una copia por cuestiones de conservación

Este petitorio se presentó el 25 de mayo de 1810, acompañado por una movilización. Le exigía al Cabildo, “en nombre del pueblo”, la formación de una junta de gobierno provisoria ante la ausencia del rey en el trono, y demandaba el envío de una expedición militar al norte para que los pueblos eligieran sus representantes. Las hojas llevan un sello del “reinado de Fernando VII”, invocando su autoridad. El Cabildo tuvo que aceptar todo lo solicitado en el petitorio y formó la “Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII”.



“A sus plantas rendido un león”

La imagen del león fue usado en distintas sociedades a lo largo de la historia, como representación de la soberanía, la fuerza, la valentía y la justicia. En el siglo XII fue adoptado como símbolo por uno de los Estados de la península ibérica de entonces, precisamente el reino de León. Éste se fusionó más tarde con el reino de Castilla, que incluyó al animal en su escudo. En el siglo XIX era considerado el emblema español más antiguo y, al igual que el águila napoleónica, su carga simbólica mutó a lo largo de las luchas revolucionarias hasta representar la dominación imperialista sobre los territorios americanos. En adelante, tanto las alegorías al león español como los retratos del rey serían destruídos en actos públicos de castigo simbólico. 

Espada de Baltasar Hidalgo de Cisneros

Cisneros, un destacado militar español, fue nombrado virrey del Río de la Plata en 1809. El 18 de mayo de 1810 confirmó públicamente la noticia de la caída de España, que ya circulaba en Buenos Aires de la mano de barcos ingleses y 4 días después fue destituido por los vecinos de Buenos Aires, reunidos en un Cabildo abierto. Su espada lleva un león forjado en la empuñadura de ébano y marfil, simbolizando su lealtad a España.

Estandarte realista. Seda, hilos metálicos, chenille y lentejuelas 

Las fuerzas de caballería en España y en las colonias portaban estandartes rojos a tono con el color de la corona. Este estandarte nos muestra el bordado del escudo de armas del rey de España, formado por un cuadrante que representa a los reinos de Castilla y León con sus castillos y leones correspondientes. Lo rodea el collar de la Orden del Toisón de Oro, una de las órdenes de caballería más prestigiosas y antiguas de Europa, con el Rey de España como máxima autoridad de una de sus ramas. La figura del carnero (también llamado vellocino o “toison” en francés) viene de una larga tradición grecorromana, asociado tanto al comercio ganadero y lanar como a la “ciudad santa” de Jerusalén y su conquista en las Cruzadas medievales. La gran corona superior está acompañada de flores de lis en homenaje al Rey Felipe V, duque de Anjou, quien dio inicio a la dinastía de los Borbones en España. Sobre ella se apoya el planeta Tierra, con la línea del Ecuador demarcada y una cruz encima, como símbolo del triunfo de la fe católica sobre la humanidad. 

Tomar las insignias enemigas era uno de los objetivos durante las batallas. Se acostumbraba enviarlas a las ciudades para que fueran expuestas en las iglesias.

Escudo por la batalla de Salta. Plata.

La Asamblea del año XIII entregó un escudo de oro a los altos mandos del ejército, uno de plata a los sargentos y unos de paño a los soldados para celebrar la victoria de los revolucionarios en Salta, el 20 de febrero de 1813. Una semana antes había organizado el juramento de sus tropas a la Asamblea, usando ya de manera oficial la bandera celeste y blanca. 

En el centro del escudo, el “gorro” de la libertad es sostenido por una espada y rodeado por la consigna: “La patria a los vencedores de Salta”. Unos meses antes Belgrano había detenido el avance enemigo en la batalla de Tucumán. En Salta, Belgrano capturó a muchos enemigos pero los dejó en libertad bajo juramento de no volver a tomar las armas contra los revolucionarios. Sin embargo, al volver al Alto Perú, muchos se sumaron a las tropas realistas y triunfaron en Vilcapugio.

Escudo de Vilcapugio. Paño bordado con hilos de seda

El 1° de octubre de 1813, el Ejército Auxiliar del Perú al mando de Belgrano sufrió una gran derrota en Vilcapugio y los oficiales realistas fueron premiados con este escudo, que exhibían en las mangas de sus uniformes. En él se lee "Lavó la afrenta del Tucumán y Salta en los llanos de Vilcapugio", en referencia a las dos batallas que había ganado Belgrano unos meses antes, junto a dos bayonetas que atraviesan un gorro de la libertad para festejar un triunfo contrarrevolucionario. 



“Febo asoma”

Los símbolos de la revolución fusionaron elementos modernos derivados de la Revolución Francesa con otros de una larga tradición local. Símbolos capaces de representar conceptos abstractos que debían asociarse a un territorio americano de fronteras difusas, pero que fuesen fácilmente reconocibles para interpelar a toda la población. El sol, con variaciones en la forma y cantidad de sus rayos, ocupó un lugar central en el imaginario americanista.

En este proceso la reivindicación de un pasado precolombino corporizado por el Imperio Inca y su deidad solar, Inti, se trasladó incluso a regiones ajenas culturalmente a la memoria del inca y de Cuzco. No casualmente los principales intelectuales del incaísmo como Monteagudo, Moreno y Castelli surgieron de la Universidad de Charcas. 

El sol fue un elemento clave en la constitución de los nuevos emblemas e iconografías revolucionarias, presente en escudos, sellos y monedas. En principio, el mismo podía servir para representar la renovación social y política luego de la oscuridad de la tiranía colonial. No solo se trataba de una herramienta eficaz para captar el apoyo de las comunidades indígenas y sumarlos a los ejércitos patriotas, sino que también diluía las diferencias étnicas con los criollos. 

A finales de 1810, el teniente gobernador de Mendoza José Moldes notificó a la Junta de Gobierno en Buenos Aires que había adoptado el uso de las escarapela celeste y blanca y la figura del sol para distinguir las graduaciones de sus oficiales, que “olvidan el uso de nuestros tiranos y tiene alusión con lo más sagrado que adoraron nuestros abuelos”. De esta manera, el sol adquiría una significación americanista con la que se podía vincular el nuevo proceso emancipatorio con un pasado inca idealizado.

Cuando la Asamblea del Año XIII ordenó reemplazar el escudo de armas de la corona española, el artesano altoperuano Juan de Dios Rivera diseñó el nuevo sello con un sol naciente de 32 rayos, 16 rectos y 16 flamígeros, en la parte superior. El rostro humano elegido para esta representación posiblemente se relacione con su propia ascendencia incaica. También fue utilizado en las primeras monedas acuñadas en 1813. A partir de allí, el uso del sol se difundió rápidamente por toda la región acompañando las incursiones militares en el sur andino.

El 25 de febrero de 1818 Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo incorporó a la franja central de la bandera celeste y blanca creada por Belgrano para distinguir los buques mercantes de los de guerra. Ese diseño estuvo vigente hasta 1985. 


Medalla por el combate de Las Piedras. Plata 

Esta medalla fue otorgada al Ejército Auxiliar del Perú por la victoria en el combate de Las Piedras en 1812. El sol de rasgos humanos aparece en la parte superior y debajo se cruzan una lanza y un laurel, reconociendo la actuación de los pueblos indígenas en la guerra.

Monedas de 1813. Plata 

Las dos monedas creadas por la Asamblea del Año XIII tenían un valor de ocho reales y ocho escudos. Fueron acuñadas en Potosí, donde se encontraba la principal Casa de la Moneda de la región debido a su cercanía con el Cerro Rico. Durante siglos, el imperio español había creado allí sus monedas de plata, que exhibían los símbolos de la corona y el perfil de los reyes. Por el contrario, las nuevas monedas de la revolución presentaban el diseño del sol que debía ser utilizado oficialmente. A su alrededor se lee “Provincias Unidas del Río de la Plata” de un lado, y al otro la consigna “En Unión y Libertad”.

Tarja de Potosí. Plata 

El ejército de Belgrano ingresó en Potosí en junio de 1813, donde 77 mujeres patriotas pertenecientes a la élite de esa ciudad minera le obsequiaron esta importante obra de plata y oro en reconocimiento por sus triunfos en las batallas de Salta y Tucumán. Se cree que el escudo es una alegoría a Belgrano y la libertad americana, donde aparece el contorno de sudamérica, un indígena coronado, el Cerro Rico de Potosí, y un sol de oro con rostro humano al estilo americanista.


“La libertad naciente de medio continente”

El cruce de los Andes es considerado uno de los grandes hitos de la historia militar en occidente aunque era sólo uno de los pasos del ambicioso Plan Continental diseñado por San Martín, quien entendió la importancia de la unión sudamericana en su lucha por la independencia. De lo contrario, las Provincias Unidas del Río de la Plata se convertirían en un foco revolucionario aislado y vulnerable ante el dominio realista sobre el océano Pacífico. 

Después de la victoria de Chacabuco (1817), el Ejército de los Andes se fusionó con el chileno y se creó el Ejército Unido Libertador, comandado por San Martín. Tras la  victoria de Maipú (1818), el gobierno de Bernardo O'Higgins reorganizó las unidades de este Ejército Unido para conformar la posterior Expedición Libertadora del Perú y prestar apoyo a las fuerzas de Bolívar. Esa unión americana se explicitó también en sellos, medallas y retratos. 

Sello del Ejército Unido Libertador. Madera y plata grabada.  

El diseño de este sello, que perteneció a San Martín, simboliza los ideales de las fuerzas libertadoras americanas. El escudo real español mostraba dos columnas que mitológicamente custodiaban la puerta a Europa. Sostenían dos globos que representaban al viejo y al nuevo mundo. Su lema era Plus Ultra, “más allá”, por las exploraciones marítimas que condujeron a la conquista de América. Este sello se desprendió de la columna y del globo europeos. Quedaba el nuevo mundo independiente. 

Medalla otorgada al general San Martín por Chacabuco. Plata, oro y diamante

Esta medalla es la máxima condecoración de la Legión de Mérito de Chile, y fue concedida a San Martín, a O’Higgins, y a Juan Martín de Pueyrredón. Después de la victoria en Chacabuco, los patriotas pasaron a gobernar Chile y suprimieron los títulos y escudos de nobleza. En su lugar creó la Legión al Mérito para premiar “las acciones brillantes” de quienes luchaban por la causa, para dar estatus y honor a los héroes de la revolución, creando nuevos criterios y valores sociales. El objetivo era ganar legitimidad y apoyo, sobre todo de las elites chilenas.

El cuerpo de la estrella es de forma circular, de plata con apliques, rodeado de una cinta de oro y lleva en relieve la inscripción: “Legión de Mer. de Chile. Honor y Prem. al Patriot” -Legión de Mérito de Chile. Honor y Premio al Patriotismo-. Tiene una estrella de cinco puntas de plata, con el cuerpo de diamantes; debajo hay un grupo de montañas en diamantes con un volcán en erupción con llamas de oro y la columna de las Armas de Chile. Entre los haces hay segmentos de una corona de laureles con las hojas en plata, el tallo y los botones de diamantes. Sobre la parte superior de la estrella vemos una cinta semicircular de oro con doble franja de diamantes que en relieve lleva la inscripción: “Libert. en Chacab.” -Libertad en Chacabuco-.

 

Retrato del Coronel José Antonio Melián. Óleo sobre tela

Melián inició su carrera militar durante las invasiones inglesas al Río de la Plata. Con el estallido de la revolución en mayo de 1810 marchó hacia el Paraguay, junto con otros oficiales, bajo el mando de Belgrano. Luego participó en la campaña de la Banda Oriental, teniendo parte en el primer sitio de Montevideo. 

Ya establecido nuevamente en Buenos Aires, en 1815 asumió el mando del cuarto escuadrón de Granaderos a Caballo, por pedido expreso de San Martín. Se mantuvo como fiel colaborador del general San Martín durante la preparación del Ejército Libertador de los Andes y combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Por su desempeño fue ascendido con el grado de coronel y se le entregó la medalla de la Legión de Mérito, con la que aparece en este retrato hecho en 1819 por el artista peruano José Gil de Castro y vestido de civil. En esta escena promete volver a ponerse su uniforme en caso de ser necesario.  


Retrato del General Tomás Guido. Óleo sobre tela

Guido fue un personaje clave en la geopolítica del s.XIX. Aunque no tenía formación específica, participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, acompañó a Mariano Moreno en su trágico viaje a Inglaterra y se unió a la Logia Lautaro donde se volvió el mayor colaborador de San Martín. Participó en la organización del Ejército de los Andes y en las posteriores campañas libertadoras de Chile y Perú cumpliendo tareas militares, administrativas y burocráticas. 

En este retrato realizado por Gil de Castro en 1820 luce su medalla de la Legión de Mérito y posa con su uniforme junto a una escribanía de plata haciendo referencia a sus aptitudes para la guerra y también para la diplomacia. Posteriormente fue embajador en Brasil y Paraguay. 

Dibujo de la bandera del Perú diseñada por San Martín. Acuarela sobre papel. Se exhibe una copia por cuestiones de conservación

El 21 de octubre de 1820, a poco de haber llegado al Perú, San Martín decretó la creación de una bandera para el país que pretendía independizar y describió su diseño. Este dibujo se envió a todo el territorio peruano para que se confeccionara la bandera y se le jure lealtad. Se trata de una acuarela realizada por Charles Wood, dibujante inglés al que San Martín invitó a sumarse a su ejército, ya que admiraba las escenas navales y las tormentas que pintaba. La tradición peruana narra que San Martín soñó el diseño y los colores a partir de los flamencos o parihuanas, aves de la costa de Paracas donde desembarcó su ejército. El sol del estandarte, símbolo americano recurrente, se asoma por encima de los Andes y se proyecta hacia el mar.

El 28 de julio de 1821, cuando se proclamó la independencia del Perú en la ciudad de Lima, también se juró lealtad a la nueva bandera. Fue paseada por la ciudad como un “estandarte de la libertad”, recorriendo la misma ruta que antes hacía el estandarte real, símbolo de la fidelidad a la corona española. 

Sello del Protectorado del Perú. Piedra cornalina tallada engarzada en oro

“Renació el Sol del Perú” fue el lema del primer escudo patriota del Ejército Libertador del Perú comandado por San Martín y tallado en este sello para lacre. El sol expresaba un proyecto de regeneración política de derechos americanos, y unía pasado y presente. Con este escudo se reemplazaría  el escudo de armas de la corona española.

En el centro, el sol asoma a través de montañas sobre el mar. La escena está rodeada arriba por una palmera y a los costados por un cóndor, una vicuña y banderas de guerra.

Monedas del Protectorado del Perú. Cobre

El 3 de agosto de 1821 San Martín fue nombrado en el cargo provisorio de Protector del Perú, que reunía el mando supremo, político y militar, hasta que se reuniera un congreso que decidiera la forma de gobierno. Ejerció este cargo entre 1821 y 1822 y, para iniciar un régimen administrativo independiente, San Martín dictó un reglamento para establecer un sistema de comercio libre con otros países, poniendo fin al monopolio colonial. También creó la moneda nacional, ya sin los símbolos de la corona y con un sol en su lugar, símbolo de la libertad y de la potencia económica del Perú.

Retrato de Bernardo de Torre Tagle. Óleo sobre tela

El marqués de Torre Tagle fue un noble limeño que se convirtió en colaborador de San Martín en el Perú. En este retrato realizado por José Gil de Castro en 1823, lleva la condecoración de la Orden del Sol y una medalla otorgada a quienes conformaron la Expedición Libertadora. La creación de la Orden del Sol fue parte de la estrategia de San Martín para atraer a la élite peruana ofreciendo cambiar los títulos nobiliarios de la corona por los de un Perú independiente.

Torre Tagle quedó a cargo del gobierno cuando en 1822 San Martín partió a Guayaquil para ver a Bolívar. Más tarde, sería presidente del Perú, pero se enfrentó con Bolívar y pactó con los realistas. Murió encerrado con ellos en la fortaleza del Callao, junto a Lima. 

Divisa de la Orden del Sol de Serafina Hoyos. Prendedor de oro labrado

En 1821 San Martín creó un distintivo específico para homenajear a las mujeres patriotas del Perú: el prendedor de oro o insignia “del patriotismo”, que se entregaba junto con un diploma y una banda o “Divisa del patriotismo” con los colores de la nueva bandera peruana. Con estos tres reconocimientos, San Martín premió a más de un centenar de mujeres, por tareas de apoyo al ejército, de propaganda o de espionaje. 

Este prendedor fue entregado a Doña Serafina Hoyos de Arenales en 1822 para reconocer y distinguir su mérito en la lucha por la independencia. En el anverso del prendedor figura el escudo del Perú, surmontado por un sol radiante. En el reverso lleva un gancho para prender la joya en el pecho y lucir en sociedad los nuevos símbolos de status. También se le otorgó una banda de gros de seda de color blanco y rojo.

Triunfo de la Independencia Americana. Ampliación de una litografía de la colección del museo. Original impreso por la editorial de Rudolph Ackermann, Londres, 1825

La batalla de Ayacucho marcó el fin del imperio español en América continental a finales de 1824. Esta imagen celebra al “genio” de la independencia representado como una mujer que “empieza su carrera triunfante”. Viste y porta gorros de la libertad, mientras su carro es tirado por seis caballos que representan a las nuevas repúblicas libres: México, Guatemala, Colombia, Buenos Aires, Perú y Chile. Guatemala incluía al resto de América Central, y Colombia a Venezuela, Panamá y el actual Ecuador. Se llamó Buenos Aires a todo lo que había sido el virreinato del Río de la Plata. 

Seis ángeles de estilo barroco (llamados putti) ofrecen sus dones para estos pueblos: la justicia (representada por una balanza y espada) y templanza (bridas de caballo) que llevan las riendas, mientras el arte (escultura y pintura), abundancia (cornucopia), ciencia (compás) y sabiduría (libro) sobrevuelan la escena augurando el “feliz presagio de la suerte futura de América”.





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